El sabor de la rancia tradición se mezcló con la alegría e ímpetu de numerosos niños que hacen de esta fiesta como algo muy suyo.
Una imagen típica de esta fiesta es contemplar desde mediados de enero como numerosos niños se atan ramas de olivo a la cintura y estiran de ellas durante kilómetros, desde la finca de olivar donde están situadas hasta la calle o plaza en cuestión, siguiendo con una vieja costumbre que ha pasado de generación en generación. Una vez almacenado el ramón en la calle, se custodia por los niños hasta que es pasto de las llamas en la noche del 1 de febrero.
Durante la noche de la Candelaria, los vecinos suelen cantar viejas canciones alrededor de la hoguera y degustar diversas viandas.