

La entidad local menor de La Quintería, perteneciente al municipio de Villanueva de la Reina, ha celebrado su feria de verano en honor a San Isidro, tal como se venía realizando antes de la pandemia.
La degustación de la paella y de los cantos quintereños es uno de los actos de mayor encanto y al que acude toda la vecindad, convirtiéndose en un espacio de convivencia. El recinto ferial de La Noria se engalanó para recibir a los comensales dispuestos a disfrutar de una jornada de reencuentro con algunos de los quintereños que visitan la entidad en época estival.
Antonio Luis Segovia, presidente de la entidad, señala la importancia de retomar la normalidad con iniciativas de este tipo que unen vínculos que siempre han estado presentes en la población de La Quintería.
En esta celebración no se incluyen tantas actividades como en la romería de San Isidro, sin embargo, las que se han organizado han contado con una notable participación, tanto de adultos como de niños. Precisamente, para estos últimos, la fiesta del agua y de la espuma fue una de las grandes atracciones que divirtieron y refrescaron a los más jóvenes, al igual que las cucañas dirigidas para ese colectivo.
No faltó el tradicional concurso de gazpacho, que ha llegado a su octava edición y el campeonato de petanca, que se ha consolidado en la entidad.
La fiesta llegó con noche ibicenca y la verbena popular, bajo la presencia de la casa del Conde de La Quintería, uno de los edificios más emblemáticos del lugar, que perteneció a dicho conde, al igual que toda la finca que se parceló, en el año 1950, por el Instituto Nacional de Colonización, que formó 55 lotes familiares de 3 hectáreas de superficie media de regadío, un lote complementario menor de 1 hectárea y otro lote comunal, de carácter forestal y en el que se incluyen los solares y ruedos del poblado.
Este mismo edificio llegó a hospedar al propio Carlos III, entonces infante, que realizó un viaje de Sevilla a los Pirineos, en el año 1731. En principio tenía previsto pernoctar en Andújar pero para evitar el peligro de contagio de la viruela, que andaba por entonces, el conde de San Esteban hizo variar el itinerario y el conde de La Quintería le ofreció su casa de recreo.